Wednesday 10 August 2016

sola me insolo: 1a parte "la pirata del caribe"


queridos y queridas, cuando por fin decidí que viajaría por mi cuenta, no podía quitarme de la cabeza una frase, "sola me insolo". es lo que repite paz vega sin cesar en la película lucía y el sexo mientras la muchacha pasea por una playa a cuarenta grados a la sombra que parece camino del rocío
y es que una se piensa que cuando viaja sola va a ser como la película de medem. o sea: intentando encontrarte a ti misma, te vas a una isla estupenda, te alquilas una vespino, te vas al faro, te caes por unas rocas y no te rompes la almendra no, sino que, por el contrario, te encuentras a un pedazo de maromo en el lodo que quita tó el sentío y te haces amiga de la más moderna del lugar y, no sólo vuelves a la capital con el cutis como el culito de un bebé que pareces sacada del balneario de la toja, sino que el destino se ocupa de que, tras haber aprendido multitud de lecciones valiosas para tu futuro, acabes con el churri por el que, para empezar, habías salido por peteneras de la capital, disfrutando de un maravilloso ático de 700 metros cuadrados en el centro de madrid en una tarde soleada mientras cantas un rayo de sol (uo-o-o-o-ó).
no.
si fuese así que estaría yo aqui contándoos las penas. no hijos, no. estaría en mi ático malasañero con el susodicho tarareando postcoitalmente. 
eso lo sabe hasta la vecina del quinto.
el caso es que de vez en cuando una se pierde. no sabes cómo ni cuándo sucede, pero sucede. estás como mustia, como apagada. todo te estresa, todo te sienta mal. vamos, que estás hecha un coñazo.
así que un día que ya no te aguanta ni tu santa madre, tu santa madre te dice, “¿por qué no te vas de viaje sola?” (con ese tono que implica un “¿eh, guapita?” nada sutil a final de frase)
en realidad no fue tan sencillo. nada en los mundos de una servidora es así de simple.
todo comenzó allá por las navidades de 2014 cuando tu amiga, llamémosla carla, te dice que por qué no te vienes a pasar la nochevieja a barbados porque ella siempre las pasa allí. tal cual. porque resulta que el padre es dueño de varios hoteles y uno de ellos no está en jaramillo quemado, provincia de burgos, sino en la isla de barbados. es decir, que ella se ha pasado los 31 de diciembres con aire acondicionado, mojito en mano mientras tú y yo, meros mortales, parecíamos dos zombies sacados de the walking dead dispuestos a morderle la yugular a cualquiera que se intentase colar en la barra libre por un vodka "stolichnaya" con limón, que encima era de garrafón, en el megacotillón de turno tras haber perdido casi medio brazo dejando los abrigos en el probador a son de historias de amor de obk. y también ha invitado a nuestra amiga, que vamos a llamar patricia, y que nos podemos quedar en su hotel, y que cree que alicia va a venir con su novio. total que tú no sabes qué hacer. porque es una barbaridad de dinero, y qué pasa si te llaman para trabajar y blablablabla.
el caso es que tras discutir los pros y los contras del viaje, tras analizarlo todo hasta la saciedad con mi madre (y su santa paciencia, porque era para pegarme una torta a mano abierta y punto), saco los billetes.
no sólo estoy contenta de que por fin me voy a ir de vacaciones en no sé cuánto tiempo, si no pletórica que me voy con mis amigas y a barbados ni más ni menos.
sin perder ni un sólo segundo escribo a carla en el watsap contándole la buena nueva y le comento que voy justo después de nochevieja durante una semana.
ella lo lee y escribiendo…escribiendo…escribiendo…escribiendo…
o se alegra mucho y no sabe cómo expresar su júbilo, o no entiendo por qué tarda tanto en contestar..
escribiendo...escribiendo...escribiendo...escribiendo...
hasta que leo la respuesta.
para empezar me dice que no me puedo quedar en su hotel porque lo he dejado para el último momento y está todo ocupado…que dice me ayudará a encontrar algún sitio para quedarme a precio razonable…”¿perdona? ¿me fallan los oídos? ¿qué me estás contando, bonita? ¡tu padre es el dueño del  hotel! ¡el dueño! hello?”
también me comenta, como quien no quiere la cosa, que durante la semana que yo planeo ir, ellos viajarán a la isla de antigua durante varios días, o sea que no nos vamos a ver mucho…
me quedo con la boca abierta frente al móvil. no entiendo absolutamente nada. noto cómo la temperatura de mi sangre comienza a acercarse peligrosamente a la del núcleo solar. no puedo creer que mis vacaciones absolutamente idílicas se hayan convertido, en un momento, en las vacaciones del mismísimo satanás.
me da un siroco.
mi madre intenta relajarme creando, claro está, el efecto contrario.
“bueno, paula, es temporada alta..” “el padre es el dueño”
“bueno, pues cancelamos el vuelo” “pierdo el dinero”
“¿por qué no te vas de viaje sola?”

y aquí es donde lo habíamos dejado.
hay dos razones de peso por las cuales no quería hacer el viaje sola.
1) no me voy de mochilera a perú. no voy a recorrerme la india en busca de mis chakras. no me voy con un pack de viajes para solteros a navegar el nilo. no me voy a visitar a unos amigos que están de erasmus en eslovaquia y luego, hala, ancha es castilla, a visitar el país (también porque ya estoy mayorcita para tener amigos de erasmus, cierto). no. me voy al lugar de destino predilecto por miles de recién casados del mundo. si le das a elegir a la parejita en cuestión visitar nubes de algodón con unicornios, arco iris y cataratas de rosas, o barbados, te eligen barbados.
2)  y esta es la razón de peso. la que duele de veras. la que te da vergüenza admitir y no sabes por qué lo haces en un blog que, no es que lo lea mucha gente, pero sí la suficiente para que vomites un poco por dentro de pensarlo.
no sólo nunca has viajado sola si no que te entra un cólico nefrítico de pensarlo.

y me detengo aquí. la razón lo merece.
te surgen mil y una preguntas (muchas de ellas absurdas) que haces con un tono un tanto histérico y a las que la gente contesta (en su mayoría) como quien contesta a una niña de cinco años.
“¿y qué pasa si mi hotel está lejos de ellas?” “pues te das un paseo. estás en barbados”
“¿y qué hago si tengo que comer sola en un sitio?” “lees un libro, miras el paisaje. estás en barbados”
“¿y qué hago cuando no estén mis amigas?” “te vas a la playa, de turismo, lo que quieras. ¡ESTAS EN BARBADOS!”
pero la pregunta que no dices en voz alta y que supongo es la más importante es, “¿desde cuándo este miedo?”
lo analizas, lo intentas estructurar, descomponer y estudiar. y no lo sé, pero en algún momento de mi vida empecé a tener miedo.
por tonterías, por absurdeces. por no dejar la zona de confort, supongo. siempre he tenido a alguien con quien hacer los viajes. en un momento dado fueron los padres, luego el novio, y en otras ocasiones, los amigos o hermanos.
de lo que no te das cuenta hasta que te da en toda la cara es que todo esto, de pronto, cambia. ya no viajas con tus padres, no tienes novio, y tus amigos o no pueden o tienen sus propias familias. o en este caso, tú te pensabas que ibas de viaje con amigas pero las amigas son unas perras y te han dejado más colgada que una percha.
el caso es que te das cuenta que esto no puede ser así. hay que cambiarlo. una no puede depender de familia, de churris y de amigos. una tiene que depender de sí misma. así que decido viajar sola a barbados.
porque una cosa es tengo que ir sola a barbados y otra voy sola a barbados.
así que hago listas, y listas de listas. de lo que me tengo que llevar, lo que tengo que hacer, lo que tengo que comer, lo que tengo que leer. y me lo compro todo. la guía para barbados, el ebook con los 200 libros que (ilusa de mi) pienso voy a leer, el mp3 acuático para escuchar beyoncé mientras me baño en el caribe (y acabar haciendo acquagym a ritmo de all the single ladies sin darme cuenta como, efectivamente, me pasó, ante la atenta mirada de unos abuelillos germanos a los que les hice mucha gracia).
y, sobre todo, me repito el mantra “yo puedo viajar sola” hasta la saciedad.
con una preparación digna de ir a conquistar el kilimanjaro en vez de a sentarme en una tumbona playera, llego al aeropuerto de gatwick que parece que voy de anfetas hasta las cejas de lo que me he autosugestionado con tanto mantra, tanta guía, tanta lista, tanto ebook y tanto mp3 acuático.
Hasta que me informan que el vuelo se retrasa como mínimo seis horas por motivos técnicos.
“¿¿¿¿¿¡¡¡¡seis horas!!!!????”, grito más que digo…
“bueno, mejor seis horas y que el avión vuele en condiciones a menos horas y que no lo haga, no?”, me dice el de british airways frío cuan glaciar "perito moreno" mientras me da unos cheques comida y me despacha con un “next!” que me deja loca.
total, que llamo al hotel porque un tal malcolm va a venir a recogerme y tengo que decirle que no, que no llego a las tres de la tarde para poder deshacer la maleta tranquilamente y darme un chapuzoncito a la vera de una palmera como yo me imaginaba en mi mundo de punky brewster. no. en realidad llego a las once de la noche cuando, no es que no vea el mar, es que no veo a tres palmos de mi cara porque, efectivamente, en vez de seis horas fueron ocho. y ahí está malcolm, ese negro barbadense de metro noventa y cinco que es como un armario empotrado de ébano que casi no entra en el 4 x 4. ah, y no le entiendo cuando habla. pero nada de nada. y no sé si es el calor o que sigo en modo "aventurero anfetamínico" pero al pobre malcolm le frío a preguntas que, o me contesta con un escueto “yes” o “no” o si se explaya directamente es que no-le-en-tien-do. así que sonrío. porque es lo que hago cuando me pongo nerviosa, sonrío. sonrío y le miro. él me mira, pero no me sonríe.
tupendo.
así que malcolm me deja en sunny beach luxury apartments, que ni es “sunny” porque es de noche, ni es “beach” porque desde aquí se ve la carretera, no la playa, y ni es "luxury apartments" porque esto es más benidorm que el caribe, con esa mesa y sillas blancas de plástico,  con esa cortina de colores tostados, y esa vajilla formada principalmente por botes de cristal de nocilla. 
al día siguiente quedo con mis “amigas” en uno de los pocos momentos en los que las vería en mi viaje a barbados “con ellas”.
primero fuimos a una playa cerca de mi hotel. carla trajo con ella gafas y tubos de bucear para un equipo de fútbol. a mí no me apetecía nada la verdad. se me empañaban las gafas, no veía un pedo, casi muero ahogada por el oleaje y creo haber visto un pez, y en la lejanía. pero la tía erre que erre y, hasta que no nos vió a las tres (carla, patricia y una servidora) que parecíamos las hijas ilegítimas de jacques cousteau, no se quedó contenta. hasta más tarde no supe por qué.
a la noche cena en su bungalow. porque queridos y queridas, mi apartamentito era benidorm y lo suyo era un puto bungalow hawaiano de dos habitaciones, amplio salón y cocina. cuando entro en semejante hábitat me hierve la sangre. no sólo las camas son tan grandes que caben múltiples familias rumanas,  sino que su sofá era como un campo de golf. en el bungalow cabía yo, cojones. como me mosqueo, le doy al pinot noir, y como le doy al pinot noir, empiezo a mosquearme. es lo que tiene.
total que me empiezan a contar lo que han hecho esos días. y ellas, como muy por encima comentan que han ido a ver las tortugas.
para vosotros, que no os habéis leído todas las guías de barbados del mundo esto os importa un mojón, pero yo, que sabía de barbados más que rihanna casi le hecho el pinot noir en toda la cara. la playa, el pueblo…todo lo podía hacer sola, me daba igual. ¿pero eso? ¿justo eso?


“¿perdona? ¿que habéis ido a ver las tortugas? ¿LAS TORTUGAS?“
“sí, bueno, pero que no es nada del otro mundo, te montan en un catamarán, te dan de comer y luego buceas con las tortugas. hoy hemos buceado las tres, ¿no?”
mmm. claro.
ains amiga, que ya entiendo yo porque me metiste el tubo de bucear esta mañana que eso parecía más una traqueotomía que un favor…¡que te corroía la culpa por todo el cuerpo antonia!
así que me voy sola a lo único que me hubiese gustado hacer en grupo. no sólo por la experiencia, sino por dos razones, creo que importantes. la primera es que no sé cuantas veces tuve que contestar “sí, efectivamente” a la pregunta de “¿pero vienes sola?”. me daban ganas de coger un arpón (para seguir con la temática náutica) y, o grabármelo en la frente, o clavármelo en el estómago directamente. qué coñazo de verdad. todo eran grupos claro. el grupito de amigas veinteañeras que te miran con cara de pena, la parejita de turno que es más empalagosa que un bocadillo de chicle o los padres con niño teenager a punto de cortarse las venas de la vergüenza. lo típico. y segundo. ese momento divino e ideal de la muerte que es hacerte un selfie acuático. porque no vas a tener a un total desconocido aguantando la respiración bajo el agua hasta que la tortuga se digne a acercarse a ti para que te haga la foto. no, el desconocido tiene otras cosas mucho mejores que hacer, como hacerse sus propias fotos con la tortuga, o respirar y no morir, por ejemplo. así que ahí me tenéis, queridos y queridas, cámara acuática desechable en mano, gafas de bucear bien apretadas que se me salían los ojos de las cuencas, tubo con el que, a pesar de la simplicidad del mecanismo, tragué más agua que respiré, aletas en los pies que me puse para hacerme la que sabía pero que más que ayudar me complicaron la existencia llevándome cada dos por tres al lado contrario del que quería ir; intentando hacerme un selfie con la tortuga creyéndome gemma mengual. eso no era posar, señores y señoras, eso era contorsionismo puro y duro. la hija ilegítima de jacques cousteau con un ataque epiléptico.
además, que no nos engañemos, objetivamente, dicho así sin tapujos, vista desde fuera parecía una auténtica gilipollas.
a los hechos me remito.


como las cosas andaban un tanto tensas entre las “amigas” y una servidora, e intentando que la sangre no llegase al río, comento que en uno de los días que coincidimos podríamos ir a un pueblecito de pescadores que salía en la guía, ir a la playa que había cerca y de noche comer la pesca del día a la par que disfrutábamos de música en directo dónde, dicen, empezó la mismísima rihanna. ¿buen plan, no?¿pues qué me dicen? que ese día van a ir a no sé dónde de compras.
es en este momento cuando me doy cuenta de que, efectivamente, mi viaje era e iba a ser sola. a éstas alturas las excusas que me dan me las paso por la mismísima periferia.
pues ea, sola será.
total que me cojo un bus infernal lleno hasta reventar que paraba más que andaba camino a mi segunda aventura en solitario. pero no sé si es porque ya había aceptado (por fin) que el viaje era efectivamente sola sin más que, incluso yendo más apretujada que el culo de una estatua, iba feliz.
en la playa conozco a una chica que se llama lian, que como va sola también nos cuidamos las cosas mutuamente mientras la otra se da un chapuzón. lian me cuenta que se dedica a la banca nueve meses del año y los tres restantes los dedica a viajar por el mundo. y cuando digo todo el mundo, es todo el mundo. en ese momento le quedaba áfrica, así que supongo que a estas alturas ya se habrá recorrido el planeta. me muero de envidia. la seguridad con la que hablaba de viajar sola y de sí misma. de cómo decide cuándo y a dónde va. de qué manera no depende de nada ni de nadie. en comparación con ella me siento un ser diminuto e infantil sacada de disneylandia. en comparación con ella soy minnie mouse. con el asunto de no querer molestar, supongo, la pierdo de vista. si la conozco ahora la ato a una silla y la frío a preguntas.
tras disfrutar del atardecer, cerveza barbadense "banks" en mano, me voy al pueblo yo sola. y como pescado del día con ensalada y macarrones con queso (muy típico de barbados), sola. y me tomo un par de cervezas más, sola. y observo al personal, sola. y cuando más tranquila estoy, sola, me encuentro de casualidad con alicia y el novio, que no querían ir de compras y les apetecía mucho mi plan pero que no se pudieron poner en contacto conmigo. así que nos tomamos más cervezas mientras escuchamos música en directo y vemos bailar a las barbadenses con ese culo de gelatina royal tan genial. y es lo bomba.
a partir de ese día soy yo la que digo que no puedo a mis “amigas”. porque no me apetecen nada sus planes, porque estoy genial sola, porque si voy con ellas me voy a perder el atardecer en el sitio que me gusta o no voy a poder acabar el libro que estoy leyendo, porque no me apetece sonreír sin ganas, ni hablar si no tengo nada que decir, y porque, en resumen, no me apetece y punto. 
porque estoy sola, pero no me siento sola.

y llegamos a día de hoy. dos años más tarde de mi aventura barbadense, cansada de currar sin parar, harta, hasta el mismísimo moño, decido que necesito vacaciones. pero esta vez no sólo necesito vacaciones, sino que las necesito sola. esta vez no busco compañía. más bien al contrario. necesito estar por mi cuenta. sin discusiones, sin obligaciones, sin prisas. sin "tenemos que", o "por qué no vamos a", o "es que yo quiero tal", o "estás muy callada, ¿te pasa algo?". 
no, gracias.
me acuerdo de lian.
esta vez no voy sola porque no tengo más remedio, porque me han dejado colgada, por que no me queda otra. no. esta vez sé lo que quiero. quiero silencio, y música, quiero escribir, y leer, quiero mar, y pescado, y escribir un poco más, y sol, mucho pero que mucho sol.
sola me insolo.


continuará...

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