Sunday 8 September 2019

las tres barbies malibú


queridos y queridas, nunca os he hablado de la maravillosa carmen. bueno, en realidad se llama carlos. aunque también le llamamos la cari, porque no hace más que repetir "cari" por aquí "cari" por allá. pero sobretodo es la carmen. él ya se ha acostumbrado. de la misma forma que a mi me llaman marisa porque llamo así a todo el mundo, seas chico, chica o viceversa. me da igual. 
el caso es que le conocí casi nada más llegar a londres hace ya once años. él curraba en ventas para una cadena de televisión y era el ex-rollo de un amigo de la ex-compañera de piso de mi hermano borja. todo muy sencillo ya veis.
yo andaba queriendo conocer a alguien del medio así que nos juntaron y quedamos. mi desesperación era tal que me presenté currículum de cinco hojas en mano. pobrina pau del pasado, qué inocente y pastelista. quedamos en un pub, así que nos pusimos ciegas de cerveza y la carmen ni tan siquiera olió la tinta del cv.
las dos hemos ido evolucionando en esto del cine. la carmen es ahora ejecutiva agresiva de ventas en paramount y servidora anda con sus rodajes super pop. las dos hemos evolucionado favorablemente (y como ya somos señoras mayores, recordamos cada vez que quedamos la historia del cv, que da mucho juego).
total, que resulta que un día la carmen me invita a cenar a su casa y, entre sidras, cervezas, aperol spritzes varios y el agua de los floreros, nos dimos cuenta de que los dos, no sólo queríamos viajar, sino que queríamos mar, y para ser más precisos caribe, bien de caribe. así que borrachas como la mario vaquerizo, decidimos que nos sacaríamos un viaje baratillo de british airways de esos que incluyen hasta el pijama.
al acabar la noche, nos despedimos, yo saliendo de su casa tambaleándome, y las dos gritándonos algo así como "pero vamos eh?" en bucle mientras bajaba las escaleras de dos en dos. esta frase, dicha por dos borrachas, querría decir habitualmente que no fuimos ni de coña. pero no, no, no. a la semana teníamos nuestros billetes con hotel y pijama incluidos a la maravillosa isla de santa lucía.
toma que toma.
una vez allí queríamos conocer absolutamente TODAS las playas de la isla. así que decidimos alquilar un coche. la carmen y yo nos visualizábamos a lo barbie malibú con un 4x4 y con nuestras  melenas al vent. pero el destino, y esa señora con cara de aguacate pocho de la compañía de alquiler, nos dieron en todo los morros con un turismo de los de toda la vida. eso sí, color plata. si llega a ser marrón nos cortamos las venas allí mismo delante de ella.
tras varias excursiones a diversas y entretenidas playas, nos dimos cuenta que nos habíamos centrado únicamente en el lado del mar caribe. ¿y el lado del océano atlántico? ¿por qué nadie iba por esos lares? ¿qué aventuras nos podía deparar? leímos en una guía que había una playa idílica, recóndita, solitaria y llena de palmeras a una hora y media de nuestro hotel. ¿idílica? ¿recóndita? ¿solitaria? ¿y llena de palmeras? música para nuestros oídos. no nos digas más. vendido.
así que las barbies malibú se van a la aventura en su utilitario, sin un simple sandwich o una botella de agua porque somos muy pero que muy rubias. guiadas por ese invento revolucionario a la altura de la rueda o el fuego que es el gps, y sin el cual acabaríamos ciertamente dentro del agua, llegamos a un camino pongámosle, dubitativo. y digo dubitativo porque no hay que olvidar que el resto de carreteras que habíamos transitado consistían en pegotes de cemento puestos al tuntún. ahí no había ni orden ni concierto, ni sonata ni ná de ná. eso era caos, puro caos.
así que la carmen y yo, al ver que los pegotes de cemento se transformaban en un camino angosto y serpenteante repleto de lodo y jungla pues paramos el coche a dilucidar qué hacer un poquito. lógico, por otra parte. pero como ya hemos comentado anteriormente tendemos al rubio intenso reykjavik, así que nos dijimos, pues si la cosa se pone fea nos damos la vuelta, qué nos puede pasar, ¿no?
si es que me entra la risa de solo pensarlo.
total que allá que vamos las tres (la carmen, la marisa y, teniendo en cuenta lo que nos acontece a continuación, el coche, que ya es una más). al principio son todo risas claro....
-uis mari, hay que ver que botes, jajajaja
-qué dolor de coxis, carmen, jejejeje
-anda cari, que el camino se está estrechando pero bien.
-uis, ese ruido del coche no ha sonado muy allá, pero sigamos.
-cari, cari, ¡el cocoterooooooooo!
-¡ayayayy que estamos rozando los bajos!
-¿rozando cari? ¡¡¡¡los estamos metiendo en una turmix!!!!
-¡coño que ya no podemos dar la vuelta!
-¡CARI, COÑO, QUE YA NO PODEMOS DAR LA VUELTA!
cuanto más bajábamos, peor se ponía la carretera. y cuanto peor era la carretera, nuestro pobre turismo se asemejaba más a una cafetera destartalada. yo creo que íbamos perdiendo por el camino bujías o cosas de esas de las que no tengo ni idea. desde luego el asunto no pintaba muy bien. cada vez que raspábamos los bajos gritábamos a mandíbula batiente, o sea todo el rato, así que por fin decidimos que había que dar la vuelta como fuera en un sitio donde, omg, no se podía dar la vuelta.
recordábamos que unos cuantos metros más atrás habíamos divisado un miniwini hueco de unos cinco centímetros de ancho para dar la vuelta pero que, debido a nuestra desesperación y/o delirio, nos pareció más bien una pista de aterrizaje de heathrow. así que, como la cosa no estaba complicada ya de por sí, y los bajos del coche más cercanos al centro de la tierra que al chasis, pues el pobre carlos tuvo que dar marcha atrás, en el barro, con humo saliendo de las ruedas que eso pareceía un botafumeiro.
yo andaba desquiciada. ¿qué hago cari qué hago? nada nada. ¿cómo que nada? ¡pero si vamos cuesta arriba, retrocediendo y sin frenos! qué taquicardia, qué ansiedad, por dios, me salían canas como champiñones.
algo, algo tenía que hacer.
así que decido bajarme del coche: 1) para aligerar peso (por si servía) 2) intentar ayudar a maniobrar a carlos creyéndome tener la gracia de una azafata cuando en realidad parecía la niña del exorcista. 3) intentar no morir atropellada porque como ya he comentado en el punto 2) mis aspavientos no servían de nada.
total, que a la cari de pronto se le presentó el espíritu de carlos sainz y logra dar la vuelta por arte de birlibirloque. para mi mente rubia el coche estaba asín y de pronto asá. no me enteré de nada.
así que ahora toca darle al acelerador porque ya ni bajos, ni bajas, ni viejas, es que el parachoques se nos cae literalmente. así que la cari acelera, nada. acelera más. más ruidos extraños y más humo. gritamos más. y acelera de nuevo y de pronto, allá va la carmen, como un sputnik, a toda leche y gritando con media cabeza fuera de la ventanilla "cari, yo sigo que me da miedo que se me pare!!!!!!!"
genial claro, solo hay un pero. que estoy fuera del coche, en chanclas, insisto, en el barro, vuelvo a insistir, y a tomar por saco de la puta carretera de pegotones cementil que, eso sí, en cuanto la vea me va a parecer el circuito de montmeló comparado con esto.
así que la pau se pone a desandar todo lo recorrido. y para cuando por fin llega a la cima (de lo que parece el everest), se encuentra a la carmen desmayada en la hierba en estado de shock, así que me tumbo con ella. las dos, muertas, como si nos hubiese pasado un camión de cinco toneladas por encima, nos miramos y, casi al unísono dijimos "hotel".
el resto de nuestra velada consistió en siestas de pijama y orinal en una hamaca a la vera de esa playa que era más bien benidorm y cervezas a tutiplén por la noche para poder sacarnos del cuerpo ese momento jumanji que acabábamos de experimentar.
qué decir que la semana restante en el paraíso nos persiguió incesantemente una imagen: las barbies malibú llegando al aeropuerto para devolver el coche y, nada más frenar, y ante la señora con cara de aguacate pocho, el desmoronamiento absoluto del coche, la carmen, volante en mano, y la marisa con las mochilas preparada para huir.
todo eran risas hasta que salía el tema del coche. un drama contínuo. una úlcera diaria. más canas a go go. además, como la carmen es una pizca obsesiva compulsiva, íbamos como locas por la isla en busca de un lavadero de coches para que, al menos, la presentación fuera decente. otra cosa era lo de dentro, claro. pero no hubo manera, o estaban cerrados o había decenas de coches (intuyo que de alquiler también) apilados esperando su turno. lo único que pudimos hacer fue recolocar el parachoques como pudimos, intentar recomponer los bajos a patada limpia y rezar, rezar mucho.
llegó el último día y nos dirigimos al aeropuerto más tensas que un muelle. cagaditas vivas. al llegar a la zona de alquiler, ahí estaba ella, la de la cara de aguacate pocho. ¿no podía ser otra?, nos preguntamos. bajamos del coche que nos temblaban hasta las canillas pensando en la de dinero que nos iban a quitar. la carmen estaba más pálida que un folio. la aguacate pocho nos miró, se giró al coche, nos volvió a mirar y, con rapidez y precisión digna de un western, se sacó un portapapeles de la cintura, se lo dio a la carmen y espetó: "firme aquí por favor". y ya está. las barbies no nos hicimos pipí encima de milagro.
claro que aún a día de hoy nos preguntamos quién sería el pobre desgraciado que fue después nuestro, que pidió un 4x4 y le dieron nuestro coche. pero lo que de verdad nos intriga es saber dónde estará atrapado ahora mismo por santa lucía....


¿estaréis agotados de lo que os he contado, verdad? ¿casi acurrucaditos pensando que ya estoy terminando?
¡pos no!
porque hace unas semanas mi hermana julia me comenta que va a andar por el sur de galicia con el churri y unos amigos. yo ando en coruña así que decidimos quedar por su zona.
ella me comenta que han encontrado una playa idílica cerca de donde están. al escuchar aquello de "idílica" creo oír el tambor jumanji en la lejanía (pum pum).
¿qué tontería, no?
total que le digo que estupendo, que maravilloso, de lo lindo. que cómo se llama la playica ideal (de nuevo tambores lejanos...pum pum, pum pum). ella me dice que es la playa de las castiñeiras. qué nombre más bonito oyes, pero sobretodo qué original, ¿no? cucha, original, original.
así que al día siguiente me cojo la mochila y allá que me voy con el coche de my mother y el gps pegado a la nariz porque no he ido por esos lares in my life.
pero a mi, como en el anuncio, me gusta conducir. yo me pongo mi musiquita y voy en el coche tan a gustito que me creo steve mcqueen.
tras horita y media más o menos, me voy a acercando al sitio en cuestión y veo que la peña aparca dónde le da la real gana y yo, que soy más vaga que un koala, quiero estar lo más cerca posible. andar, lo justito. así que pregunto a unos autóctonos y me dicen que siga, que podré aparcar más adelante. uis pero qué bien, ¿no? el caso es que no se me ocurrió pensar por qué ellos habían decidido aparcar tan lejos si uno podía casi dejar el coche a pie de playa. mmmm esto me recuerda a algo y no sé bien qué es. (pum pum).
así que la pau, como quien va a al super, se pone en marcha- tralara tratara tralaraaaaa -  hasta que, queridos y queridas, la carretera cambia (pum pum). ya no es de cemento sino más bien arenisca y con rocas. (pum pum pum pum)
y yo qué hago, ¿amiguit@s? habiendo vivido una experiencia similar ya, ¿me doy la media vuelta como ser humano pensante que soy o me digo "un poquito más"?
es que ni os voy a contestar.
para la cuarta vez que me chirriaron los bajos y se rayaron los laterales del coche por la maldita muralla de piedras que acotaba el camino, no pude evitar (además de gritar), acordarme de mi carmen. de cómo si estuviésemos allí juntas me diría: "cari, tu eres barbie malibú, pero de las que tienen tatuadas mattel en la planta del pie, hija". tras conseguir pasar (no sé ni cómo) el camino jumanji, me encuentro a los locales de antes y me dicen, "hombre, te has pasado de frenada un poco, no?" a lo que yo les contesté mentalmente mientras me observaba el resto de la playa con estupor, "tú crees?"
total, que esto no acaba aquí.
no seáis ilusos, que parece que no me conocéis.
decido llamar a mi hermana para ver dónde está (que ella también es un tanto barbie malibú).
-jules, que ya he llegado. dónde estáis?
-al lado del chiringuito.
-¿qué chiringuito?
-el que está en lo alto de las rocas.
-jules, aqui ni hay chiringuito, ni rocas ni ná de ná. eso sí, hay culos a go gó porque están todos en pelotas. ¿hemos quedado en una playa nudista?
-¿qué? no, no, no. a ver, mándame tu ubicación.
-mandada.
-ostras pau, que estás en la playa de las castiñeiras de o grove.
-ah, pero que con ese nombre hay otra?
-la de bueu.
-WTF!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
así es queridos y queridas, en la misma provincia de pontevedra no hay una playa de las castiñeiras, no, sino DOS! ¿para qué vas a tener algo bueno si lo puedes duplicar y de paso hacerle la picha un lío al personal?
imagino la conversación de los dos paisanos fundadores de o grove y bueu mientras se toman un café de pota tras haber vendido la pesca del día en la lonja:
-oyes yago, que en o grove vamos a llamar a nuestra playa castiñeiras.
-pero marcos no me fastidies que a la de bueu ya le pusimos ese nombre ayer.
-manda carallo. pero bueno, y si ponéis un chiringuito, que vuestro ayuntamiento tiene más presupuesto?
-es una idea sí, ¿y vosotros?
-nada, nada, nosotros no tenemos ni un duro, la hacemos nudista.
-carallo yago, qué modernos sois, parecéis suecos. y oye, ¿no se confundirá la gente?
-pero marcos, malo será, con lo lejos que están la una de la otra y con lo diferentes que van a ser, ¿quién en su sano juicio podría confundirlas?