Wednesday 7 June 2023

Happy birthday to me!


Queridas y queridos, efectivamente hoy, siete de junio del 2023, es mi cumpleaños. 

¿Qué bien no? ¿Qué ilusión?

Bueno...

Llegada a una edad, el cumpleaños es un frenesí de estrés. 

Ríete tú de los cumpleaños de antaño...con sus mediasnoches de jamón y queso, las patatas y la fanta de naranja. ¿Quién tenía ahí el estrés? ¿Tú? No, la tenía tu madre o tu padre. Que si había que comprar chuches para el cole, hacer las invitaciones, y luego tener a no sé cuántos niños que parecían los de Peaky Blinders en tu casa, metiendo los sandwiches de nocilla en la fanta y tirando a diestro y siniestro los gusanitos naranjas como si fuera una batalla campal entre bandas irlandesas. Yo, además, era de las privilegiadas que tenía piscina comunitaria en casa, así que tras destrozar el salón, bien subiditos de azúcar del pastel de chocolate que habíamos engullido minutos antes, nos lanzábamos al agua en picado. A la mierda la hora de digestión. Para indigestión la del socorrista de turno que veía cómo una panda de auténticos vándalos se tiraban de "bomba" o de espaldas a la piscina, sin tener una poquita de cuenta el cuello de un@ mism@, ni el espacio social de la gente de su alrededor. 

El coño de la Bernarda. 

Cuando los padres, por fin, habían recogido a sus respectivos Peaky Blinders, ¿limpiabas tú los desperdicios y fregabas el suelo? Obviamente, no. Estabas demasiado cansada para mover un mísero dedo (e hipersaturada de azúcar, emociones y hedonismo). Lo recogían, en mi caso, mi madre y mi abuela, mientras yo iba narrando todas las cosas maravillosas que habían acontecido en mi cumpleaños como una auténtica metralleta. 

He de admitir que mi cumple era uno de los guays del cole, para qué nos vamos engañar. 

¿Ahora? Madre mía del amor hermoso.

Parece que las redes sociales dictaminan si tu cumpleaños ha sido un éxito o no.

Primero a ver quién se acuerda de que es tu cumpleaños. No basta que tu familia y amigos más íntimos te feliciten casi a las 00.00 horas del 7 de Junio, no. De pronto parece que tu vida (y tu felicidad) depende de los mensajes que recibas. Cuántos, cómo, dónde. En insta, whatsap, facebook y hasta telegram (que no lo usas nada, por cierto).

Y hablando de insta....hay que colgar fotos claro. ¿Y cuántos likes tienen? ¿Y visualizaciones? ¿Y por qué pepito ha visto la foto de tu cumple y no te ha felicitado? ¿Está mosqueado? ¿He hecho algo?

Un horror, un horror.

Luego está, por supuesto, tu publicación al día siguiente en redes dando las gracias a los que te felicitaron y así, das una nueva oportunidad a pepito para que te escriba "feliz cumpleaños" de una puñetera vez.

Y no entremos en el número....el número del infierno. Un año más, un año menos. Según como se mire. Hace mucho tiempo que te llaman de usted y "señora" en el super y a ti te sigue entrando un tic en el ojo izquierdo cada vez que lo oyes. ¿Hay, acaso, una edad en la que aceptas esas formalidades? ¿Existe un momento en nuestra existencia en la que nos decimos, "ya está, ala, soy una señora"? ¿La hay? ¿Y si es así, cuándo ocurre? ¿La menopausia? ¿La jubilación? ¿El lecho de la muerte?

Yo no quiero ser una señora, ni un "usted". Reivindico desde aquí el tuteo eterno. No ser un número. Tener que comportarme de esa o aquella manera porque ya tengo una edad. Exijo poder mantener dentro de mí esa niña pequeña que se niega a desaparecer. 

Echo de menos las mediasnoches, los gusanitos y la fanta. Las invitaciones hechas a mano. Los globos. La intriga de si el chico que te gusta vendrá a tu fiesta. Estrenar ropa para el día en cuestión. El insomnio de la noche anterior debido a los nervios. La expectación del "qué te regalarán". Los Peaky Blinders. El caos. La ilusión.

Según me comenta mi amiga Patri, el número 4 significa la muerte para la cultura china. Este año cumplo 44 tacos como 44 soles. No sé si véis por dónde voy...

He de darle la vuelta a la tortilla como sea. Celebrarlo múltiples veces si hace falta, pensar que 4 + 4 son 8, creer que, efectivamente, la edad es un número, a pesar de que tu cuerpo te va avisando que ya no eres la que eras, que estás hecha un cromo vaya. Esa resaca que tardas tres días en recuperarte en lugar de uno, esa ciática mamona que de vez en cuando te dice "hola", esas bolsas en los ojos que antes no tenías...la vida, ni más ni menos. Y lo que nos queda.

Pero, y a riesgo de sonar como una postal de "Mr. Wonderful, al menos estamos aquí. Respirando, viviendo, soñando, cantando, riendo, llorando...y con recuerdos. Esos ecos de la mente que vienen sin avisar cuando cumples otra vuelta al sol y que, te hacen ser quien eres. 

Happy birthday to me!










Thursday 1 June 2023

El tiempo

 Queridas y queridos, el tiempo lo cambia todo. Absolutamente todo. Puede que lo queramos parar, alargar o incluso retrasar. Pero él, implacable e inexorable, sigue su camino, ajeno a todo. Caiga quien caiga, pese a quien le pese.

El tiempo puede ser amigo o enemigo...dependiendo de cómo lo queramos ver. "El tiempo lo cura todo", te decía tu madre cuando te rompieron el corazón por primera vez. Tú entonces no lo entendías, pero después de varias caídas, subidas, bajadas, más corazones rotos, hechos pedazos, pasa el tiempo y, efectivamente, lo cura. No duele como al principio. Queda un resquicio, un eco, una memoria, una cicatriz. Pero el tiempo, pacientemente, lo ha llegado a curar. 

El tiempo también es relativo. Subjetivo. Esa clase tediosa con ese profesor insulso puede sentirse como una vida, mientras que una charla con una amiga puede pasar rápido como un suspiro. 

Y no sé si es porque es mi cumpleaños dentro de poco, pero me he puesto a pensar en eso, el tiempo. Cómo me he pasado los últimos cuatro años intentando curar una herida abierta. Una nube negra en la frente. Un tigre que acechaba a cada esquina. Para ello, he hablado, he gritado, he llorado, me han medicado, he escrito, he leído, he paseado, he pasado de todo y me he escondido en mi cuarto, me he derrumbado, he reído, he trabajado, he creado, he escuchado...y mientras todo transcurría, también pasaba el tiempo. Sin yo ser casi consciente. Oculta en una esquina lamiéndome la herida.

Cuatro años.

Y el otro día viajé al pasado. 

Ya, ya sé que no se puede. Pero es cómo me sentí al visitar Londres tras cuatro largos años. 

Los recuerdos, los horrores, las risas, el trabajo sin descanso, los madrugones, los parones a por café, la sidra fría sobre el césped, la mesa de picnic en el jardín del bar, los amigos (verdaderos, verdaderos) amigos, el lago, la psicóloga, la ruta del bus, la soledad....

El tiempo había pasado y mi Londres, vil y cruel la última vez que nos vimos, se había tornado en un lugar que me abría sus brazos de par en par y me susurraba suavemente al oído: "¿Y si vuelves?"

Una locura, una enajenación, un delirio. 

Hace cuatro años salí de aquella ciudad huyendo. No miré para atrás. Y de pronto no solo estaba mirando hacia mi pasado, pero al futuro también. Toqué la cicatriz que me quedó de aquella experiencia y, como si fuese magia, se fue haciendo un poquito más fuerte. Los recuerdos, los horrores...seguían ahí, sí, pero sosegados, plegados como acabados de planchar, como una huella de lo que pasó, lo que fue. Pensé que me encontraría con el curso de un tsunami, y, en vez de ello, el mar estaba en calma.

No sé si es porque es mi cumpleaños dentro de poco, pero el tiempo se me hace esencial, vital. El tiempo que me queda, el que he gastado, el que he aprovechado, el que he desperdiciado. 

Y sin embargo, es como si empezase de nuevo. Como si estuviese aprendiendo a andar, con el recuerdo de haber corrido por una pradera antes. Aprendiendo a comer, con la memoria de esa paella que hacía mi abuela. Aprendiendo de cero, con el eco de haber estado ya aquí. 

Es lo que ocurre con el tiempo, que se aprende y, cuando un@ decide volver a la casilla de salida se acuerda de los logros y fallos que ha tenido. No puedes detener los nervios, pero tampoco la seguridad de que esta vez las cosas cuadrarán, como un puzzle, porque has hablado, has gritado, has llorado, te han medicado, has escrito, has leído, has paseado, has pasado de todo y te has escondido en tu cuarto, te has reído, has trabajado, has creado, has escuchado....has crecido.

No sé si es porque es mi cumpleaños dentro de poco, pero recuerdo ese primer "el tiempo lo cura todo" de mi madre y sé que tiene razón. 

Estaré bien.