Friday 20 May 2022

Cosas que me sacan de quicio


 Queridos y queridas, no me voy a andar por las ramas, suelo ser quejica. No tengo paciencia. Quiero las cosas ayer. Me cuesta esperar un montón. Si algo se me mete en la almendra, virgensantisimadiosnospilleconfesados, no hay quién me lo saque. Así que pierdo los nervios. 

No soy una persona zen. En estos precisos instantes, mientras escribo estas palabras, una gaviota no deja de desgañitarse viva. Yo creo que alguien la está torturando. Pues me está sacando de mis casillas. Por favor que alguien la remate o la lleve lejos, muy lejos de aquí. Que sí, que los amantes de los animales me diréis que la gaviota está haciendo lo que tiene que hacer. Muy bien, pero que lo haga a veinte kilómetros de aquí, o en vuestra casa.

Así que me he dado cuenta de que hay muchas cosas que me sacan de quicio. Pero muchas, muchas.

Me saca de quicio la gente que va despacio. No sé si son vestigios de vivir durante diez largos años en Londres, donde íbamos todos como si estuviéramos en las putas olimpiadas. El caso es que si voy andando detrás de un ser tortuguil se me alteran los nervios. Me da igual que sea un abuelo, no tengo paciencia, pierdo totalmente la cordura y el raciocinio. Me puede esa necesidad de adelantar y si no puedo me descompongo. Soy de las que intento el adelantamiento por la derecha, por la izquierda y, cuando, por fin lo consigo, doy un buen resoplido para que la persona en cuestión me oiga. Vamos, que soy muy desagradable. No lo puedo evitar.

Me saca de quicio el rey emérito. Escucho cualquier noticia sobre él y me sube la bilirrubina, lo juro. ¿Estoy hasta los ovarios de San Xenxo? Sí ¿Puedo hacer algo al respecto? No. ¿Va a cambiar algo en este país? Tampoco. Pero a mí me sigue alterando como si fuera conmigo. Le tengo una manía muy peculiar. De la misma forma, que cada vez que escucho que le pueden juzgar en Londres me calmo como una balsa de aceite. 

Me saca de quicio la gente que se quita granos en público. Bueno, en realidad me da un asco insoportable. Pero también me saca de quicio. No sé que le lleva a una persona decidir que lo más coherente es quitarle los puntos negros a otra en medio de una playa. Es que no lo comprendo. Me puede.

Me sacan de quicio los hombres que no paran de hablar. Y son muchos. Últimamente he estado más en el ajo con esto de las aplicaciones de citas y madre mía cómo le dais al pico chavales. No calláis ni bajo el agua. Os gusta más el sonido de vuestra voz que vuestro miembro viril, que ya es decir. Sois incombustibles. ¿Y nosotras? ¿Pa qué no? Luego viene las frase típica, "es que me encanta cómo escuchas". Hombre, no te jode, si no callas cabrón.

Me sacan de quicio las pasas en los mix de frutos secos. A ver señores, ¿pero qué necesidad hay de poner una pasa blanda y chuchurría entre tanto crujiente? Si es que es incoherente en sí mismo. No tengo más que decir sobre este tema, se cae sobre su propio peso.

Me saca de quicio la gente que saluda dando la mano o, aún peor, dando un solo beso, que encima te quedas con la cabeza colgando como una auténtica gilipollas. Esta gente debería ser aniquilada de la faz de la tierra. He dicho.

Me saca de quicio la envoltura de algunos productos. ¿Por qué, señor, por qué me tengo que dejar las paletas y las uñas para abrir un mísero paquete de té? Que encima tampoco me apetece tanto, oiga. Pero he ido de zen, de sana, de british, de yo qué sé, y ahora hay que abrirlo. Y acabas pareciendo un castor. Peor es cuando en su interior no es algo tan nimio como unas hierbas de mala muerte sino tu próximo nuevo teléfono o el satisfyer. Ahí las cosas cambian, amigas y amigos, porque se juntan el hambre y las ganas de comer. Si eres muy bruta te lo puedes cargar y si eres muy lenta pues es que lo tienes que abrir YA, COÑO! Pues eso, de quicio

Me saca de quicio la gente que posa para las fotos siempre igual, de la misma forma, del mismo lado. Y con morritos. Puag. Ya está.

Me saca de quicio la pregunta "¿No tienes hijos?", seguida de la de "¿No tienes novio?". Me parecen que son merecedoras de sartenazos en la jeta. Soy radical, lo sé. Me importa un bledo, lo mismo que les importa a es@ señores o señoras mi intimidad, parece ser. ¿"Tengo" que tener hijos, novio para ser algo determinado? ¿Una mujer, quizás? Lo he escuchado tantas veces que sobrepasa lo cansino.

Me sacan de quicio los bebés que no son mis sobrinos o los hijos de mis amig@s. Es cierto, lo admito. Los niños ajenos no los quiero ver ni en pintura, pero los "míos" me los como a cachos. Sé que es un tema controvertido pero es escuchar los llantos ajenos en los aviones, hoteles, restaurantes y querer beber cianuro. Eso sí, los lagrimones de los "míos" son música para mis oídos. Bueno hasta cierto punto, tampoco voy a exagerar. Hace poco leí que Maribel Verdú siempre se iba con su chico a hoteles sin niños. Esa mujer es una sabia como la copa de un pino. Futura referencia para mis viajes sola, de verdad.

Me saca de quicio Cristiano Ronaldo.

Me sacan de quicio las señoras que se van colando poco a poco sin que te des cuenta. En la charcutería, en la cola del ambulatorio o, sobre todo, la cola del bus. Son auténticas ninjas. Como suelen ser menudas y silenciosas, no las ves venir y, cuando menos te lo esperas, zasca, las tienes delante tuya. "Señora, que yo iba delante", y o te miran con esa cara de me quedan dos telediarios o directamente te ignoran y piden cuarto y mitad de pavo. Duras declaraciones.

Me saca de quicio que me den charla cuando yo no contesto. Ya me entendéis, si doy pie y estoy habladora, por dios, adelante, hablemos de lo divino y de lo humano. Pero si no, cállate la boca y mira para otro lado, ya seas taxista, tío que estás sentado al lado en el metro o peor en un viaje de 9 horas de avión. 

Me saco de quicio yo misma. Sí, sí, yo misma cuando veo que puedo hacer algo y no lo intento o me pongo excusas. Cuando no veo mi propia luz, mi propio potencial. Esto de verdad me saca de quicio más que cualquier otra cosa en este mundo.

Continuará....




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