Wednesday 28 August 2019

mi madre está en la cárcel 2ª parte


queridos y queridas, seguimos a sábado ocho de junio. son ya las siete de la tarde y mi madre sigue en la cárcel. ya comenté que intuía que acabaría dentro pero, he de confesar, que no pensé que se quedaría tanto tiempo.
tampoco puedo hacer mucho al respecto. la verdad es que se lo merecen, ella y los presidiarios....

después del episodio con la gitanilla rosa, maría se debió quedar con ese recuerdo en algún lugar del subconsciente porque cuando se mudó a la coruña treinta años más tarde, no dudó por un momento en apuntarse a una ong de la universidad que iba al poblado de la ciudad, las rañas. allí ayudaría con la escolarización de niños gitanos.
dos veces por semana, maría se reunía con su grupo de tres niñas en el centro social ayudándolas con los deberes. en teoría. la práctica es que había que asistirles con mucho más. para empezar, a lavarse las manos nada más llegar al aula. era el momento preferido de las niñas. abrían y cerraban los grifos a placer. maría no podía evitar esbozar una sonrisa al pensar en su rosa y aquel problema del baño.
ahora entendía mucho más aquella discusión con sus padres. lo que es la vida. y el tiempo.
los años de las rañas fueron complicados. era difícil enseñar a chavales sin mucha rutina escolar. tampoco ayudaba que le robaran el coche de vez en cuando. al menos en un par de días aparecía en la puerta de casa o de la comisaría de la guardia civil limpio como una patena, eso sí.
pero un día maría conoció a rosa.
no la de su infancia, claro. otra.
había transcurrido tanto tiempo, pero era parecía ayer.
debía tener la misma edad que la rosa de su infancia. desde luego los ojos eran clavados: marrones, brillantes, llenos de vida. era más tímida, pero igual de cariñosa y de lista. las pillaba al vuelo.
su padre, vicente, andaba en la cárcel. entraba, salía, le hacía un hijo a su madre, y volvía a entrar.
¿y como se llamaba la madre de la pequeña rosa? pues rosa, claro.
si es que la perseguían.
no sabía si era por el nombre o porque rosa niña le recordaba a su infancia o porque rosa madre necesitaba ayuda pero se encariñó.
y mucho.
-¿qué tal tu marido, rosa?
-¿el vicente? le quedan dos años al pobre.
¿pobre?, pensaba maría. pobre tú, hija mía.
intentó ayudar a la familia en lo que pudo. les visitaba a la chabola, siempre con rosa niña pegada a maría. llevaba comida y pañales de vez en cuando, y si había que ir a algún médico, les llevaba y traía en coche. 
esto a pepita le parecía excesivo. casualidades de la vida se había ido a vivir con maría porque madrid se le hacía grande ya para vivir sola. la edad...una esclavitud.
-ay que ver maría, desde chica, ¿eh?
-no empieces mamá que tengo casi 50 años.
-uis no, no, dios me libre, pero lo que digo es que lo llevas en los genes lo de ayudar, hija, y un día te vas a pegar un susto.
como maría sabía que la retahíla de sutiles perlas en contra no cesarían fácilmente, decidió atacar con un golpe de efecto y llevarse a pepita en el coche un día que rosa madre tenía uno de sus médicos.
entrando en el poblado, pepita parecía estar viendo dragones. pero a partir de ese día se contuvo, y mucho, de hacer cualquier comentario sobre las actividades extra escolares de su hija. 
eso sí, ahora tenía aún más miedo si cabe.
por diferentes motivos, maría tuvo que ir dejando las rañas, y con ello, dejar de ver a rosa niña. las circunstancias se complicaron y tuvo que abandonar cosas y personas por el camino.
pensó que a rosa no la vería nunca más si no iba al poblado, claro.
¿cuándo? ¿cómo?
eso le partía el alma.
hasta que un día, años más tarde, esperando en la cola de seguridad para entrar en la cárcel de teixeiro, maría se encontró a rosa madre cuando salía.
-¿MARÍA? 
-¿rosa? ¿pero cuánto tiempo? 
-¿pero qué haces aquí? ¿vicente? ¿aún?
-y lo que queda por lo visto.
-¿y los niños?
-bueno rosa chica ya esta casa y tiene sus tres hijos, así que me los está cuidando a todos la pobre mientras visito. ¿y tú?
-vengo aquí todos los sábados a través de una ong a ponerles una película a los presos y a debatir.
-ains maría hija, es que tú no cambias.
-hablando de no cambiar, llevo ocho años y no he visto a vicente ni una vez, así que ya está tardando.
-ains mi vicente, debatiendo sí.
-con algo se quedará rosa, te lo digo yo.
-vale, vale, yo le comento, adiós guapa.
maría suspira. una mezcla de impaciencia con la lentitud de los funcionarios y de frustración porque parece dar igual el paso de los años. todo resulta no cambiar.
rosita, rosa, rosae.
maría va pasando una puerta de seguridad tras otra. en cada una de ellas el funcionario de turno pregunta lo de siempre, "¿qué peli va a poner?" y, a la contestación de maría, llega la respuesta habitual, "uy esa es mu buena".
para cuando llega al salón de actos para poner la película del día ya están nico y deive preparando el tinglado.
maría se coloca en la puerta, dossier de peli en mano, para ir saludando uno a uno mientras entran los presos. les conoce por el nombre, a todos. y al que no, es que es nuevo.
-iván, ¿hablaste con la abogada?
-sí, maría, pero dice que tengo que escribir una instancia primero.
-pues no sé a qué esperas, hijo.
-ya, ya...joe no pasas ni una.
-hoy vemos "el niño", maría?
-yago, esa la hemos visto dos veces.
-pero es que es de puta madre....
-esta será cortita, no maría? que luego nos toca la metadona.
-lo sé omar, así que cuanto antes te sientes, antes empezamos, antes acabamos
-buenos días maría.
-hola saturnino, como lleva la pierna?
-ahí vamos. la verdad es que la tengo como un botijo de hinchada, hija.
-el grupito del fondo! dejad de hacer avioncitos con el dossier de la peli que es para leerla. bueno saturnino, ponga la pierna en alto, eh?
-es que ya nos la hemos leído, maría!!!
-mira tú qué rapidez.
-esta juventud, maria...
-ni que lo diga saturnino.
maría observa el salón y se da cuenta que no están los de enfermería cuando habitualmente son los primeros en entrar. si están hasta las mujeres que son siempre las últimas en llegar.
maría se huele el percal. a veces los funcionarios no llaman por los altavoces y los presos ni se enteran.
esta vez les ha tocado a ellos. lo que les faltaba, pensó maría.
el funcionario asignado al aula, al preguntarle, contesta casi ofendido que él llamar ha llamado, otra cosa es que quieran ir.
maría pide ir al módulo de enfermería que está justo enfrente del salón de actos.
al llegar, tres funcionarios charlan despreocupados. menos mal que se quejan de estar faltos de personal continuamente, se les ve agobiados sí, piensa maría.
de la "burbuja de seguridad" sale un jovencito desgarbado de gafas de culo de vaso. o, en otras palabras, los otros dos le han obligado a que lidie con la "pesada" de las películas.
él jura y perjura que han llamado a los presos pero que no baja nadie. no ha terminado ni la frase cuando aparece un interno de enfermería y pregunta:
-¿qué pasa maría, que ya no pones pelis?
silencio. maría observa al joven funcionario con ese gesto de decepción que sólo un profesor o una madre puede poner. ella es ambas.
-pues claro que sí, mohammed, todos los sábados, como siempre. pero me dicen que os han llamado y que no bajáis.
-pero qué dicen, si lo estuvimos comentando entre los compañeros, "ay que ver maría que se ha ido de vacaciones y nos ha dejado más colgados que una ristra de ajos".
-no, no, no, no, de vacaciones nada. me dicen que vais en pijama todo el día y os da pereza salir.
- a ver, a ver, las cosas claritas. vamos en pijama por que estamos en en-fer-me-rí-a, no porque queramos. pero que nos cambiamos en un periquete, ya verás. estamos mal pero no tanto.
fiel a su palabra tras un breve espacio de tiempo, mohammed y otros doce enfermos van saliendo del módulo paulatinamente.
que se han vestido y peinado con prisas es bastante obvio.
uno aún con la bata ("es que luego paso frío maría"), otro ciego guiado por uno con cojera, otro con el brazo escayolado...más bien parecen sacados de "alguien voló sobre el nido del cuco". maría, al final de la fila, piensa que en vez de ir a ver una película parece que van camino a lourdes.
el último, por la gravedad de sus lesiones es el señor cousillas. va con dos muletas arrastrando los pies para adentro.
de pronto, maría se fija en su camiseta beige estampada con un paracaídas. nunca contaba nada personal pero no pudo evitar preguntar.
-¿y esa camiseta señor cousillas?
-no fastidies maría que me he cambiado como he podido para bajar a tiempo.
-que no hombre, que si ha sido paraca.
-hombre por supuesto, así estoy.
-¿en alcantarilla?
-claro! ¿y tú cómo sabes eso?, maría se acercó y le susurró al oído.
-mi padre.
-¡hombre!
- ¿y las prácticas de esquí en jaca, no?
-¿por que te crees que tengo este desparpajo con las putas muletas?

así que ya sabéis el secreto.
el motivo por el cual mi madre entra en la misma cárcel cada sábado a la misma hora, llueva, truene o nieve.
y la cárcel también sale a la calle, claro. después de ocho años sin faltar un solo día, es fácil ver a mi madre hablar con antiguos presos por la calle barcelona, ¿esa que todo el mundo dice que es peligrosa?,  pues mi madre va saludando a diestro y siniestro como si fuera la reina de inglaterra.

puede que suene lúgubre, pero siempre he pensado que el funeral de mi madre sería como un mural de diego rivera en el que lo rural, el exceso, el surrealismo y la sorpresa se fusionan en un átomo al borde del big bang: ilustres académicos nacionales e internacionales (que ella es muy de congresos), los gitanos de las rañas, la cocinera senegalesa de su restaurante favorito, mamá áfrica (cómo no), inmigrantes de la cruz roja, ex-convictos y/o ex-politoxicómanos de texeiro, las monjas keniatas de utrera, la directiva del estudiantes, la demencia, ex-alumn@s del ramiro de maeztu, de filología inglesa y de la universidad de ghana.
mi familia mientras atónita y boquiabierta ante semejante escena berlanguiana, supongo.
¿y yo?
yo creo que sonreiré, y me acordaré que todo empezó con dos niñas qué intentaron ser amigas, una gitanilla lista de ojos grandes llamada rosa y otra niña llamada maría con un corazón mu grande, que no entendieron de diferencias.




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