Monday 27 June 2022

"Mansplaining" o cómo tocarnos los ovarios



"Mansplaining": neologismo anglófono basado en la composición de las palabras man (hombre) y explaining (explicar), que se define como 'explicar algo a alguien, especialmente un hombre a una mujer, de una manera considerada como condescendiente o paternalista'. 

Queridos y queridas, hablemos del "mansplaining", término que, para el que aún no le haya quedado claro a pesar de tener la descripción debajo de sus narices, regalaremos un símil visual. La próxima vez que vayáis en metro, fijaos en el espacio que ocupa un hombre con sus piernas y el que ocupa una mujer. Ellos, despatarrados, ellas, con las piernas cruzadas. Me diréis, "¡Exagerada, feminista, extremista!". Bueno, lo que queráis, haced la prueba. El hombre lleva ocupando más espacio que la mujer desde casi el día en que nacieron. Mi hermano extendía sus piernas a placer en los viajes Madrid - La Manga atribuyendo que tenía las piernas más largas cuando éramos de la misma estatura. Mi hermana y yo pegadas, literalmente, a las ventanillas.

La idea de este post viene de un ensayo de la escritora Rebecca Solnit titulado "Los hombres me explican cosas" que me prestó mi amiga Patri. En él narra cómo, en una cena, un desconocido le habló de un libro sin saber que ella misma lo había escrito. Al hacérselo saber, él prosiguió describiendo el libro a la propia autora como si oyese llover. Al final resultó que ni siquiera se había leído el libro. 

El hombre tiende, a explicar cosas que las mujeres, o ya conocemos, o son obvias. Su cara de asombro al decirles que ya lo sabemos, que no nos están descubriendo la penicilina me hace pensar que son genuinamente ajenos a este fenómeno o se están haciendo los locos. Así que no queda otra que ilustrarles y/o ilustrarnos un poquillo. Y, por si acaso, a alguna mujer que no se haya dado cuenta que ha sido víctima de este fenómeno que está, creedme, a la orden del día.

Empecemos.

Hace unos meses quedé con unos amigos para jugar a unos juegos de mesa. Todo poco friki. Entre ellos se encontraba, digamos, "Paco". Paco vive por y para el cine. Es un cinéfilo y seriéfilo de aupa. De los que asustan un poco vamos. Los datos salen por su boca sin ningún tipo de norma ni medida. Lo sabe todo. O, más bien, lo cree saber todo, claro. Mi amiga Patricia, emocionada porque yo, al dedicarme al cine, podría hablar con él del tema, con orgullo me propuso que enunciara algunos actores con los que había trabajado y en qué película. Así, para fardar un poco. Tras enumerar unos cuantos, llegué a Tommy Lee Jones, con el que había coincidido en "Jason Bourne". Paco, muy serio me mira y me dice, "Tommy Lee Jones no actuó en 'Bourne'". "Bueno, Paco", contesto con una media sonrisa pensando que está de coña, "o era Tommy Lee Jones o el doble era maravilloso". "No, no", replica Paco, "era otro actor, pero ahora no me sale el nombre". "Claro", espeto, "no te sale el nombre porque NO era otro actor". "Que no, es que yo juraría que era uno más joven". "¿Osea que me estás diciendo que yo, que curré en esa película me estoy equivocando y tú que has visto la peli una vez no te equivocas?". Me ignora. "Lo voy a buscar en imdb....". Se me cae la mandíbula al suelo. "Ah pues sí, era Tommy Lee Jones, pero yo juraría que era otro." Vamos, que preferimos buscar en una página web antes que hacer caso a una mujer e, incluso habiéndola cagado estrepitosamente.

¿A vosotros se os ha disculpado? Pues a mí tampoco.

Luego está "Kyle", que trabaja de tercer ayudante de dirección y, ojito al detalle, tú eres segunda ayudante dirección, o sea, su superior. Kyle empieza nuestra historia fatalmente. Por un lado porque nos llama a las mujeres ayudantes "ladies" (señoritas), que es bastante machista para empezar. Bueno, nos podría llamar "coñitos" pero eso le valdría una denuncia. El caso es que por las mañanas yo me acercaba a Kyle y le explicaba que María (mi tercera ayudante de dirección española todoterreno) y yo habíamos dividido los extras en grupos para poder llamarlos al set de forma mucho más sencilla. A lo que él, a la media hora me decía, muy serio, "¿Sabes lo que podías hacer, Paula?, dividir los extras en grupo y así al llamarlos al set es más fácil". Pero tal cual ¿eh?, con sus dos pares de cojones. He de recalcar que hacia el final del rodaje, productores y directores nos habían dado la enhorabuena al equipo español por cómo habíamos manejado a los extras y, también hacia el final del rodaje Kyle no nos dejaba tocar un sólo extra ni con puntero láser. El "mansplaining" no solo tiene mucho de condescendencia pero también de inseguridad, creedme.

Mi "mansplaining" favorito, sin lugar a dudas es cuando un hombre te explica cómo debería ser el feminismo. Ahí tienen un arte que no se puede aguantar. Es salir el tema y ahí están ellos con frases estrella como "bueno es que si no os pusieseis tan histéricas" o "claro es que tenéis la palabra 'coño' todo el día en la boca, sois muy bastas" o "deberíais ser más pragmáticas y no tan fantasiosas" o, la mejor, "yo no soy machista, pero tampoco feminista". Un hombre que te intenta explicar el feminismo es como un tampax atravesado, un coñazo. Ojo, que los hombres son más que necesarios en el feminismo, pero no para que me expliquen "qué es el feminismo", que eso yo ya lo sé y lo vivo en mis carnes cada día de mi vida, especialmente con el trabajo que tengo. No. Son necesarios para que acompañen, ayuden, alcen la voz. No para que se giren y me digan cómo se cambia una bombilla, gracias.

Para escribir este post, he de confesar que pedí ayuda a mis hermanas. No a las de sangre (que también), sino a las "hermanas del coño". Esa sororidad a modo de señal de Batman. Necesitaba vuestra ayuda y vosotras acudisteis.

Por un lado tenemos la sección cultural. Mi amiga Patri se encontraba en el Reina Sofía con su cita. Patri es una tía culta, habla Inglés, Gallego y Chino. Viajada, vivió un año en China. La tía no ha salido de su casa ayer, digamos, pero había algunos autores que no conocía en el museo. Su cita sí y se los iba explicando. De pronto, él y ella se paran delante de un cuadro. El chico nombra al autor. Patri asiente y dice, "sí, sí, lo conozco". A lo que su cita, comienza a narrar la vida y milagros de dicho autor. Patri, por si no se ha enterado el mozo, repite, "que sí, que lo conozco". El chico, impávido, sigue con su monólogo ajeno a las palabras de Patri. Patri, confundida, opta por callar y escuchar lo que ya bien conoce...

Por otro, la sección social. Mi amiga Marina me comenta que dos amigas suyas que hacía meses que no se veían quedaron en una terraza y pasó un amigo de una de ellas, se sentó en la mesa y solo habló él durante hora y media. La otra amiga se tuvo que ir y no pudieron ponerse al día. Esto es un mísero ejemplo, pero yo os reto a que en la próxima quedada familiar os fijéis quién habla más en la mesa, ¿los hombres o las mujeres? ¿Quién interrumpe con más asiduidad? Ya me contareis, ya.

También tenemos la sección de la automoción, por ejemplo. Sara, Paloma e Irina se quejan de que es intentar aparcar y ya está el de turno haciéndote los aspavientos para "ayudar". Sara se pregunta cómo sabe el tío en cuestión si aparca mejor que ella. Paloma no entiende por qué el portero siempre tiene que hacer esos ademanes cuando lleva años aparcando en el mismo sitio. Irina directamente grita al tío y le dice que la deje en paz. Dentro de esta sección debemos incluir a mi hermana Julia que, durante un tiempo, trabajó para una marca de automóviles bien conocida. Bueno, según ella el "mansplaining" estaba a la orden del día pero es incapaz de acordarse de ejemplos concretos.

Y esto es muy común, queridos y queridas. El de no acordarse de un ejemplo en concreto, como me afirmó mi amiga Ángela. Pregunté por qué, y mi amiga Irina me contestó, sabiamente, que lo tenemos tan normalizado en nuestras vidas que es difícil pensar en un ejemplo determinado. Son pequeños detalles, incluso nimios. Las interrupciones cuando estás hablando, la explicación de tu trabajo sobre tu propio trabajo. Es ese tono, como decía mi amiga Patri, condescendiente. El tono que implica que es imposible que sepamos lo mismo o, incluso, más que él. Es ese tono cargado de inseguridades y que acaban vomitadas sobre nosotras.

Por último tenemos EL mansplaining de todos los mansplainings hasta el momento. Un grupo de señores y una señora han decidido derogar el derecho al aborto en Estados Unidos. Varios penes han determinado que una mujer no es libre de decidir sobre su propio cuerpo. Ellos piensan y dictaminan por nosotras, por y sobre nuestro útero. Y no nos engañemos, queridos y queridas, muchos en España se están frotando las patitas para hacer exactamente lo mismo. Si esto no es un mansplaining de categoría alfa, apaga y vámonos. Como decía Margaret Atwood hace un par de días, su Cuento de la Criada es una utopía, no un libro en el que inspirarse.

Total, que yo ahora no me corto. Abro las piernas en el metro. Que me llamen basta. Me la sopla. Y si un tío intenta explicarme algo que ya es obvio que sé, como el otro día en una cita, suelto, "mansplaining". "¿Perdona, el qué?", me preguntó el muchacho, un poco confundido. Sonreí y dije, "No te preocupes, que te lo explico".

No comments: