Monday 16 May 2022

La descendencia de Adán y Eva


 Queridos y queridas, cuenta la leyenda que Adán y Eva fueron repudiados del Paraíso tras Eva haber tentado a Adán con una manzana del árbol prohibido. Dios, además, como tipo enrollado que era y para que quedase bien claro quién había sido la culpable aquí, le obsequió un gran regalo a Eva, la regla. Así, para que no hubiese dudas. Pero yo creo que con lo que no que contaba Dios es con lo que tendrían que aguantar las mujeres (o sí, a saber). Porque ¡ay! si Adán levantase al cabeza y viera en lo que se ha convertido su descendencia masculina...cogía su hoja de parra, su costilla flotante y se volvía al hoyo. Pero literal. 

A mí me gustan los hombres como a toda hija de vecino heterosexual normativa. Pero una ha llegado a un límite. Una no pide mucho. Un café, una caña, un gintonic, incluso, con un chico. Pero es que no hay manera. Es más difícil tener una cita "normal" que yo quepa en una talla 38, mira lo que te digo. Así de complicada está la estampa.

Una lo intenta. Le pone su aquel. Su pequeño de esfuerzo. Pero es que no hay manera. Aquí no hay ranas que se convierten en príncipes, aquí hay sapos, sapos a punta pala.

Pongamos como ejemplo a "Nacho". Nacho te saluda. Nacho: Hola; Paula: Hola; Nacho deshace el match y desaparece. Eing? No te da tiempo a pensar que has hecho algo mal porque lo único que has hecho es saludar, pero aún así, porque somos gilipollas, pensamos, "¿le habré contestado muy rápido? ¿me tendría que haber hecho un poco la dura?". Lo dicho, gilipollas.

Analicemos el caso de "Pedro". Pedro es médico. Es majo. Sabe juntar letras para formar frases, frases para formar preguntas y hasta mantenemos una conversación interesante. Quiere que nos conozcamos, quedar a tomar algo. "Dios mío, ¿es esto cierto? ¿podré por fin mantener un cita normal?". La cosa se alarga porque tiene mucho trabajo. Bueno, normal, es médico. Seguimos hablando, de lo divino y de lo humano. Él me dice que está muy cómodo conmigo. Tan cómodo, tan cómodo que me tiene que contar una cosa. "Ya estamos, la virgen". Pues que por lo visto la foto de perfil no es suya. Es de un amigo. Que por su trabajo no quiere poner foto propia. Silencio. Pedro me manda una foto suya. "Dios santo, es un orco". Me cabreo. Y mucho. Por un lado porque la peña cuando no quiere poner su foto por motivos profesionales lo explica en su perfil y pone una foto de un paisaje, de una tortilla, de un perro, por ejemplo. Y segundo, porque no me gusta. Ya sé que pensaréis que soy una superficial pero el tío me ha mentido, in the face, y nunca mejor dicho. Le explico que así las cosas no se hacen. Que no se miente a la peña. Él pide perdón pero también dice que es una mentira a medias. Venga va, hasta luego Mari Carmen. Esta vez desaparezco yo. Inocente sí, pero estúpida no.

"Dani". Dani tiene muchísima labia. Se puede hablar de todo con él. Te pasas horas con el teléfono en la mano hablando de música, de ex parejas, de series, etc. No lo puedes evitar pero has de admitir que Dani es un tanto adictivo. Te tiene atrapada y lo que es peor, no te importa. No puedes contener las ganas de tener una cita con él así que le preguntas cómo sería una quedada con él. Lo que te contesta son música para tus oídos, una cenita, una peli, una charla....¿pero este chico dónde ha estado metido todo este tiempo? A lo que yo le digo bueno pues cuando quieras quedamos. Y aquí viene mi sorpresa. ¿Su contestación? "Bueno vamos hablando y según dónde nos lleve esto quedamos"....mmmm vale. Queridos y queridas, si algo me ha servido este casi año en estos lares es que si un tío quiere quedar, queda, punto. Se lo comento a mis queridísimas amigas Patri e Irina, y me miran como "amiga, si no lo ves tú...". Y me comienzo a percatar de detalles, nimiedades que antes ni se me habían pasado por la cabeza. Como que siempre empezaba la conversación yo. Que casi no me pregunta sobre mí (dice que esto no es un cuestionario, que mejor que las cosas fluyan. Bueno sí que fluyan, "Kung Fu Panda", pero tiene que haber un poquito de interés digo yo). Me mosqueo. Ha sido verbalizarlo y sentirme como una gilipollas. No pienso escribirle ni una coma. Si quiere algo que escriba él. Ea.

Hablo con "Pablo". Pablo es mitad estadounidense, mitad español así que decidimos hablar en inglés. Me tiene ganada. Lo triste es que te encuentras con tanta mierda, que una ya se conforma con bien poco. Pablo fue marine y ahora es dueño de una pequeña empresa de construcción en Coruña. Se interesa por mi, por lo que me dedico, por lo que me gusta. Ya veis, son las pequeñas cosas. Me comenta que deberíamos quedar para tomar algo, yo encantada. No me puede apetecer más. Hasta que suelta la bomba. Porque, queridos y queridas, a estas alturas ya sabemos que hay kinder sorpresa. Pues tras el huevo de chocolate no hay nada más ni nada menos que una frase que hace que casi me caiga del sofá. "Me gustaría que fueras mi sumisa y, eventualmente, mi esclava sexual". Cri cri cri. Grillos. Más silencio. Me recompongo. "¿Perdona?" "Me encantas, quiero atarte, vendarte y amordazarte." He olvidado pestañear por unos segundos, estoy en auténtico shock. Le bloqueo. Miro a la pared con la boca abierta. ¿En qué momento hemos pasado de la cita ideal a "50 sombras de Grey"? Pasopalabra.

"Juan". Juan es majete. Un poco intensito sí, pero majo. Quiere quedar enseguida y, ¿por qué no? ¿Para qué vamos a enredarnos en conversaciones eternas que no nos llevan a ningún lado? Quedemos, si hay química, pum, de lujo. Si no, a otra cosa Madame Butterfly. Hablamos de vernos esa misma tarde para tomar algo cerca de mi casa. Perfecto. Sin embargo, cuanto más se acerca la hora, peor me voy encontrando. Me duele la cabeza, la tripa. Estoy hecha un cuadro. De cita nada. Así que ni corta, ni perezosa le comento a Juan que no me siento bien, que si lo podemos dejar para otro día. "Sabía que me ibas a dejar colgado", me contesta. A lo que yo replico, "pues entonces sabes mucho más que yo, porque hace una hora estaba de puta madre". Silencio. "¿Y si voy a tu casa y sales y nos vemos un rato?" "A ver, Juan, hermoso mío, que no me encuentro bien, que tengo una cara sacada de la familia Addams, que no voy a salir a la calle". "Eso es que no tienes ganas de verme", me dice. Ahí, he de confesar le tendría que haber bloqueado, pero como soy medio tonta y las tías tendemos a intentar quedar bien con todo el mundo seguí con la chuminada esta que era esta nuestra conversación. "A ver no, Juan, tengo ganas de conocerte, pero no en estas circunstancias". "Sólo te estoy diciendo que salgas un momento para que nos veamos, tenía muchas ganas de conocerte". Yo ya con la paciencia que me está rozando el arco del triunfo, contesto, "Mira Juan, está lloviendo (cierto era), estoy enferma, no voy a salir a la calle para conocerte, por favor, no seas pesado". A lo que él, y esto es totalmente verdadero, lo juro por lo más sagrado, me replica, "¿Y si me dices cual es tu casa y nos vemos a través de la ventana así no tendrás que salir?". Meec-meec-meec. Alerta roja. ¡Bloquear, bloquear, bloquear! ¿Os podéis imaginar la estampa? ¿Ese melón bajo mi ventana lloviéndole a cántaros, mientras yo en mi casita le saludo sonándome los mocos? ¿Estamos todos cu-cu o qué? Juan al paredón.

"Andrés" es mitad francés, mitad español, está divorciado, es huérfano, tiene un perro monísimo con el que sale en todas las fotos y trabaja como exportador de madera. Él dice querer una relación seria, tú le dices que no, él se conforma con hablar y conocerte. Tú piensas "él sabrá". Él se encuentra de viaje así que hasta la próxima semana no podréis quedar pero habláis todos los días. De vuestras aficiones, gustos, hobbies. Sacas en claro que está un poco solo. Te da un poco de pena. Es majo, te hace preguntas, se interesa por ti. No es como los otros. Hasta aquel día. Aquel día comenzó como cualquier otro, con su "buenos días, guapa" que te alegra la mañana. Tienes ya ganas de conocerlo de una vez. Queda poco. Le preguntas qué tal está. Y te contesta que mal. "¿Y eso?", pregunto inocentemente. "Me han bloqueado mi cuenta bancaria y no puedo pagar a la empresa de madera". Tarjeta amarilla. Una es inocente, pero no imbécil. De pronto todo tiene sentido...que sea huérfano, que no pueda quedar, esta semana de conversación...el cuerpo se me va calentando como el Vesuvio, y no en el buen sentido. Sin tapujos, sin milongas, porque una a estas alturas no tiene el coño para farolillos, pregunto, "Andrés, ¿me estás pidiendo dinero?". Andrés, al menos, no duda y es directo. "Sí". Tarjeta roja directa y expulsión. "¿Tú te crees que soy gilipollas?". Y sin esperar a que me conteste le bloqueo. Ciao, pescao. Sin embargo, pienso en todas aquellas mujeres que se sienten solas y necesitadas de amor que caen en esta estafa y se me encoge el alma. Hijos de la grandísima....

Así que entre medias, una navega por estos lares cómo puede. Intentando no perder la chaveta o, al menos no perderla del todo. Cierto es que la descendencia masculina de Adán y Eva me trae por la calle de la amargura, pero por lo que escucho, la descendencia femenina tampoco anda para tirar cohetes por estos vericuetos que llamamos aplicaciones de citas. Cuando dos seres "normales" nos encontramos en medio de esta jungla nos celebramos, nos congratulamos y nos contamos historias que quitan el hipo. En plan, mi movida es mucho más raruna que la tuya, espérate que veo tu historia y te la doblo. 

Así que hijos de Adán y Eva, por favor os suplico encarecidamente, dejad de tocar los ovarios. Sed "normales". Mantened una conversación amena a la par que amigable sin que palabras como "tetas", "oral" y "anal" estén en el "top 3". Quedemos para tomar una cerveza sin haber discutido previamente sobre dónde vamos a realizar el acto sexual con todo lujo de detalles. No hagáis ghosting, que es de mala educación, decid "mira no creo que busquemos lo mismo, espero que te vaya bien, mucha suerte" y punto. Y sobre todo y ante todo, sed seres humanos, y no animales, por dios bendito y todos sus apóstoles. Que ya huele a chamusquina.

Atentamente,

Una desquiciada.

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